También sabemos y nos damos cuenta de la importancia que tiene el Sol. Por dar tan sólo un simple ejemplo, digamos que: un cielo nublado puede arruinar seriamente nuestras vacaciones de verano. Este es un ejemplo relativamente inocente, porque un calor abrasador puede causar catastróficas sequías y destruir los cultivos. Los astrónomos ahora están comenzando a darse cuenta de que los ciclos de las manchas solares podrían ser la raíz de todo esto. Nuestro conocimiento de la correlación entre el ciclo solar de once años y la temperatura promedio en la Tierra, ha aumentado con el paso de los años Ahora, parece que es cierto que el clima sobre la Tierra está relacionado con la cantidad de manchas solares. Uno de los ejemplos más notables es el periodo que va desde el año 1.650 al 1.710, cuando virtualmente no hubo manchas solares visibles. Los astrónomos denominan a este periodo el “mínimo incoherente.” En ese mismo periodo hizo más frió que lo normal en nuestra región. Los meteorólogos también lo llaman la Pequeña Era Glacial.
Las manchas solares son asombrosas. Forman áreas relativamente frías en la superficie y sólo parecen oscuras porque el resto de la superficie solar es más tórrido y brillante que las manchas. Dentro de una de ellas, la temperatura es apenas menor a los 4.000 grados, muy cálida por cierto, pero lo suficientemente fría para hacer la mancha aparentemente más oscura, debido al contraste con el entorno.
La disminución de la temperatura está causada por su fuerte campo magnético, el cual aparentemente es 10.000 veces más fuerte que el campo magnético de los polos de la Tierra. Este magnetismo detiene el movimiento ascendente que, en otras partes del Sol, transporta energía a la superficie. Como resultado, una cantidad menor de energía alcanza la superficie donde se encuentra la mancha, y a la mancha que tiene una temperatura inferior.
Una mancha solar es un fenómeno temporal. Las más pequeñas sólo existen unas pocas horas o unos pocos días. Las más grandes pueden durar de semanas a meses. Algunas de ellas, incluso, son tan grandes que son visibles a nuestros ojos. Las manchas solares aparecen y desaparecen según un ritmo determinado. Al comienzo del ciclo, las manchas aparecen en las proximidades de los “polos” del Sol. Durante el ciclo aparecen más cerca del “ecuador”. Después de eso, generalmente justo antes del final del ciclo, aparecen más alrededor de los polos. Pero el ciclo no se produce con regularidad, hay altibajos. Entre 1.954 y 1.965, por ejemplo, se vieron muchas manchas.
Estas se muestran en pares. Ambos componentes tienen un campo magnético opuesto, como si apareciera una gigantesca “herradura imantada” en la superficie solar. Obviamente, no es este el caso, pues hay fuertes corrientes eléctricas en el interior del Sol, que provocan los campos magnéticos.
Se denomina área de actividad al grupo de manchas y su entorno, porque sucede mucho más allá de la aparición de las manchas. Innumerables arcos de gas destruyen la superficie solar. Estos arcos o giros adquieren su forma característica a raíz de sus fuertes campos magnéticos, causados por las corrientes eléctricas, que poseen una fuerza de diez mil millones de amperes. Los giros son signos externos de estos gigantescos torrentes que se mueven por las manchas solares.
La actividad de las manchas solares
La actividad solar es un fenómeno más o menos periódico. Durante siglos de estudio, la gente ha descubierto que el Sol alcanza un mínimo y un máximo en un período de once años, y a este período se lo denomina ciclo solar. Alrededor del año 1.840, el astrónomo Wolf logró describir cuantitativamente las manchas solares y sus grupos. El gráfico siguiente muestra la evolución de la actividad de las manchas solares desde 1.680. Tenga presente que en el año 1.610. Galileo fue la primera persona que utilizó un telescopio para efectuar estudios astronómicos. Él vio que eran manchas y no planetas las que se movían alrededor del Sol, porque al contrario de lo que acontece con Mercurio y Venus, que pasan por el Sol de vez en cuando, no eran constantes sino cambiantes todo el tiempo, tanto en número como en ubicación sobre la superficie solar. Después de este descubrimiento, la gente tuvo datos medianamente confiables sobre la cantidad de manchas solares. El “mínimo incoherente” mencionado desde 1.650 hasta 1.710, y la fuerte variación a lo largo de los siglos, son asombrosos. La comparación con el cambio en la temperatura promedio de la Tierra, muestra un marcado parecido entre los picos más altos y más bajos.
El gráfico muestra que la actividad del Sol exhibe variaciones del ciclo de once años. Hay ciclos largos y cortos; el período más largo entre dos picos fue de 17,1 años (1.788 – 1.805), y el más corto fue de 7,3 años (1.829 – 1.837). También hay ciclos con una intensidad máxima, grande y pequeña. Por ejemplo, en 1.952 y 1.989, el Sol mostró una pesada actividad con violentas erupciones. Por otra parte, en 1.962 no pudo verse casi nada sobre el Sol; estuvo muy quieto. La mayor sorpresa para los expertos solares se produjo en 1.996. Según la teoría, este debió ser un período de calma entre dos ciclos, pero la naturaleza decidió lo contrario. En la primavera de ese año, el satélite conocido como Anik E-1 se tornó inutilizable, y la razón fue los daños provocados por la tormenta. Enormes llamas solares lanzaron al espacio millones de toneladas de partículas que se estrellaron contra la atmósfera terrestre, la cual las devolvió parcialmente al espacio. Como se trataba de una masa increíblemente grande, billones de partículas lograron abrirse camino, y así, el resultado final para este satélite sumamente costoso fue lamentable.
Cantidad de manchas solares desde 1680.
Ningún astrónomo esperaba que se produjese esto, pues pensaron que el Sol sólo evidenciaba este tipo de comportamiento en el punto máximo de su ciclo. Obviamente, no era el caso; el Sol también podía padecer vicios durante los periodos de calma. Este es un punto muy importante. Si aplicamos el ciclo de once años, el mismo debería estar declinando abruptamente a fines del año 2.012. Los expertos dicen que de ninguna manera podría producirse una supertormenta capaz de revertir el campo magnético de la Tierra.
Al ver lo que ha sucedido, esta teoría no es confiable ahora. También, el ciclo de las manchas solares puede ser más largo o más corto, resultando en una coincidencia “máxima” de la fecha predicha por los mayas y los antiguos egipcios. Es una prueba suficiente para no desechar la antigua sabiduría de estos científicos extraordinarios. Sabemos acerca del ciclo de las manchas solares mucho menos que los atlantes. Durante miles de años ellos lo estudiaron, aplicando una teoría que ningún moderno experto en temas solares conoce. Basándose en esa teoría pudieron predecir con toda exactitud el comportamiento del Sol. Como puede observar en este libro, los mayas y los antiguos egipcios tenían números extremadamente precisos con respecto al tiempo que tarda la Tierra para realizar una revolución alrededor del Sol. Si usted posee una exactitud tan increíble, no tendrá ningún inconveniente en calcular el tiempo de rotación de los campos magnéticos del Sol. Una vez sabido esto, luego de una larga investigación, se puede develar el ciclo de las manchas solares. Es así como lo hicieron ellos, y es así como tendremos que hacerlo nosotros otra vez. El problema es que sólo disponemos de una cantidad limitada de datos. Existe la posibilidad de que esto no sea suficiente para adquirir los conocimientos teóricos necesarios que permitan recalcular la fecha del final del mundo que fue predicha. En todo caso, comenzaré mostrando cómo los atlantes adquirieron sus conocimientos.
Astrónomos y físicos aún no tienen explicaciones para el ciclo de las manchas solares, pero los sacerdotes que estudiaron las “combinaciones matemáticas celestiales” descubrieron unos pocos fenómenos. Al cabo de muy largos períodos de observación, notaron que las manchas solares se movían por el ecuador, con un tiempo promedio de 26 días. Hasta los polos, el tiempo promedio se torna más largo. También descubrieron que el tiempo requerido por las manchas solares para moverse desde un punto al otro, varía junto con el ciclo de las mismas. Cuando se produce una mancha solar mínima, las manchas se mueven con mayor lentitud encima del Sol. De todas estas observaciones, ellos extrajeron una teoría. El código principal fue redescubierto en 1.989 por el investigador Maurice Cotterell, quien empleó números redondos para los campos magnéticos del Sol: 26 días para el campo ecuatorial y 37 días para el campo polar. Comenzando por estos números, halló un ciclo de manchas solares de 68.302 días. Esto está descrito en profundidad en su libro The Mayan Prophecies [Las profecías mayas], para el cual utilizó diferenciales y un programa de computación que denominó “diferenciación rotativa”. Con el fin de simplificar este tema, hizo uso de una comparación, la cual se basaba en una indicación aleatoria de los campos magnéticos del Sol y de la Tierra, con un período intermedio de 87,4545 días. Este fue escogido porque los campos polar y ecuatorial del Sol terminan un ciclo común cada 87,4545 días y regresan al punto de partida. Equiparó un ciclo con un bit y obtuvo un resultado sensacional, pues había un claro ciclo rítmico en la larga impresión de la computadora.
Cotterell vio que esto era semejante al conocido ciclo de las manchas solares; en consecuencia había hallado una relación entre la teoría y la realidad. Es necesario enfatizar aquí que ninguno de los astrónomos conoce dicha teoría. Por eso nadie en la Tierra está consciente de los efectos catastróficos de una completa oscilación de los campos magnéticos del Sol. Repito: ¡ninguno de los científicos oficiales conoce dicha teoría! Por eso, la advertencia de los mayas y los egipcios debe ser considerada con toda seriedad. El hecho de que los mayas estaban conscientes de esta teoría es estremecedor.
“¿Por qué?”, se preguntará usted. Bueno, no existe una solución matemática simple para calcular este ciclo. Soy consciente, gracias a los papiros que tienen más de 5.000 años de antigüedad, de que los egipcios eran capaces de calcular problemas matemáticos extremadamente difíciles. Los mayas deben haber tenido la misma capacidad.
He aquí tan sólo un ejemplo de un problema difícil que los egipcios podían resolver: calcule el volumen y la superficie de media esfera. Este problema se halla en el papiro Rhind, el cual se encuentra en Moscú. Su antigüedad estimada es de 5.000 años y fue copiado de documentos más antiguos todavía. Cuando vi el problema me quedé sin aliento. ¡No era tan simple! Necesité mi libro de matemática espacial para resolver el problema e incluso me tomó dos horas refrescar mi memoria, para comprender los cálculos, una vez que los hube leído.
Esta es otra prueba de que los egipcios sabían mucho más de lo que los egiptólogos quieren admitir. Más aún, gracias a que el Códice Dresden y el zodíaco astronómico egipcio fueron descifrados, hallé la evidencia de que ambas civilizaciones conocían el ciclo de las manchas solares. Esta es una clara muestra de que estaban en condiciones de hacer el trabajo, y una prueba incondicional de que los mayas y los egipcios tienen el mismo origen, y de que eran brillantes matemáticos y astrónomos que superan a los astrónomos actuales. Ejemplo de esto es el hecho de que el campo polar del Sol es invisible desde la Tierra. Sólo los satélites que están en la órbita alrededor del Sol pueden verlo. El gran misterio es cómo hicieron los mayas para averiguar la velocidad de este campo... ¡y tengo muchas preguntas de índole similar!
Para ambos pueblos, el ciclo de las manchas solares era un tema central en su forma de vida, y esto no es difícil de creer cuando uno toma conciencia de que una tormenta solar gigantesca, proveniente de un punto culminante en el ciclo de las manchas solares, hará oscilar los campos polares de la Tierra. La catástrofe asociada con esto seria la muerte de miles de millones de personas, probablemente toda la humanidad, debido a la destrucción de las plantas nucleares, a causa de los enormes terremotos. La Tierra se convertiría en una inmensa pelota radiactiva, inhabitable para el hombre. Estos pensamientos deberían ser suficientes para que tomemos conciencia y comprendamos que es urgente realizar excavaciones en el laberinto, donde quedaron enterrados todos los conocimientos.
Los conocimientos perdidos y los códigos redescubiertos
Muchos problemas hallarán su solución en las secretas habitaciones del laberinto. Para calcular el ciclo de las manchas solares se requiere un serio conocimiento de las matemáticas, y no es tarea fácil. También son necesarios conocimientos específicos del movimiento de la Tierra alrededor del Sol, de matemática espacial, medición exacta del tiempo y matemática integral. El hecho extraño es que ellos poseían todas estas aptitudes, pero debían mantenerlas en secreto. Sólo los sacerdotes iniciados en los textos sagrados poseían estos conocimientos. Para otros, todo estaba oculto en el misterio. De ahí que esto no nos facilita nuestro trabajo. Un código determinado está escondido detrás de cada número o carácter. El significado de esto y cómo interpretarlo requiere extrema paciencia y tenacidad. Sin estas dos cualidades, no es posible descifrar sus importantes mensajes codificados. Es interesante saber que ellos siempre trabajaban con los mismos números sagrados.
La velocidad de los campos magnéticos del Sol: 26 días en el ecuador y 37 en los polos.
“Siga intentando” es el mensaje; la única manera de hallar las respuestas, mientras no poseamos los datos del laberinto. Si volvemos a hacer cálculos y “pensamos en otras estimaciones matemáticas” sobre el ciclo de las manchas solares, encontraremos muchos mensajes codificados que resultan interesantes. Divida el ciclo teórico de Cotterell sobre las manchas solares, por los períodos de rotación de los campos magnéticos del Sol, y hallará el número de ciclos por los que pasan los campos magnéticos, en un ciclo de 68.302 días o 187 años:
68.302 ÷ 26 = 2.627
68.302 ÷ 37= 1.846
Al restar estos números, se obtiene la cantidad de veces que el campo ecuatorial alcanza el campo polar: 2.627 - 1.846 = 781. Esto nos conduce a diferentes conexiones. Para calcular cuándo un campo alcanza al otro, haga los siguientes cálculos sencillos:
2.627 ÷ 781 = 3,36363636
1.846 ÷ 781 =2,36363636
Explicación: cuando el campo polar ha viajado el 2,3636 de un círculo, es alcanzado por el campo ecuatorial. Este último ha viajado un círculo más, o 360 grados. Esto es exactamente después de 87,4545 días y coincido con el ciclo que Cotterell calculó. Es asombroso que en ambos campos se produzca el número infinito 0,36363636. Aquí radica el origen de los 360 grados:
1. Cuando estudié matemáticas no comprendía por qué un círculo consta de 360 grados y no de 100. Al observar estos números se tornó claro para mí: ¡su origen está en el cálculo del ciclo de la mancha solar!
2. Otra decodificación explicó que los egipcios y los mayas calculaban la diferencia de grados por los que los campos viajaban (360) y la usaban en el ciclo de precesión que duraba 25.920 años (25.920 = 72 x 360). Esto prueba incontestablemente el origen de los 360 grados.
3. Después de un ciclo de 87,4545 días, se produce una diferencia de 360 grados. Ocho de estos ciclos forman un mini ciclo en los cálculos de Cotterell, dando como resultado el siguiente número de grados: 360 x 8 = 2.880. Este número aparece en distintos cálculos; es una parte esencial. Aquí se encuentra el origen de este número. Usando los tiempos entre los cataclismos anteriores ¡es posible calcular el ciclo sotíaco (de Sothis = Sirio) con la ayuda del número 2.880!
4. Luego, la serie infinita 0,36363636 aparece varias veces en el Códice Dresden, convirtiéndose en el código crucial de Venus. Y se torna más complejo todavía. Los números de los códigos multiplicados por 36 arrojan nuevas combinaciones que conducen a más revelaciones del Códice Dresden y del zodíaco egipcio.
Recompensa de 25.000 dolares
La situación es sumamente seria. Los mayas entendieron una teoría ¡que los astrónomos modernos no conocen! Nadie me creería de no estar completamente seguro de esto, por lo tanto, ofrezco una recompensa de $ 25.000 a la primera persona que pueda demostrar que los astrónomos conocen la teoría del ciclo de las manchas solares de Maurice Cotterell (ver: The Mayan Prophecies [Las profecías mayas]). Para cobrar su dinero, deberá enviar a mis editores, la revista científica sobre astronomía donde esta teoría haya sido publicada por astrónomos oficiales. Sólo se permitirán trabajos científicos anteriores a julio de 2.001 y quedan excluidas las publicaciones que estén fuera de las obras científicas astronómicas oficiales.
Después de este ofrecimiento, espero que me crea cuando digo que hablo en serio.
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1 comentario:
me dejaste impactada con lo de los 360°, estoy en quinto de primara y tambié tenía esa duda, podrías publicar más acerca de esto? necesito informacion urgente acerca de la teoria de wolf acerca de las manchas solares
EXCELENTE PÁGINA
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